El número total de linces ibéricos mayores de un año en la Península no supera los 160 individuos, según el último censo de este felino en peligro de extinción realizado por la Dirección General para la Biodiversidad del Ministerio de Medio Ambiente. En el censo realizado en los años 80 se estimó una población de 1.000 a 1.200 ejemplares. Las poblaciones reproductoras habitan exclusivamente en Sierra Morena oriental y Doñana. Así, en Andújar-Cardeña (Jaén-Córdoba) viven entre 60 y 110 ejemplares, mientras que en Doñana (Huelva-Sevilla) hay entre 24 y 33 linces. Estos datos indican que, "aún considerando la posible existencia de animales no detectados en áreas de distribución histórica", sólo quedan 160 linces.
Copulan sólo durante dos meses al año, pero cuando lo hacen, se entregan a ello con frenesí. El programa de Cría en Cautividad del Lince Ibérico, con cerca de cinco años de experiencia, ha permitido descubrir numerosos aspectos biológicos, morfológicos y etológicos de estos emblemáticos felinos en grave peligro de extinción.
Tanto hormona y estrógeno en los linces activa la sexualidad a límites orgiásticos: durante los seis o siete días que entran en celo la hembras, permiten ser montadas por un macho hasta 80 veces en sólo un par de días. La cifra es la más alta del estudio; la media de cópulas es de 28 veces en esas horas. Como la mitad del tiempo están durmiendo, tocan a una cada hora.Tanta actividad deja preñada casi con seguridad a la hembra, según vienen demostrando los análisis de gestación, que se realizan con una técnica más que curiosa.Cuando la hembra se queda preñada ya no quiere más sexo; pero el macho -como todos en el reino los mamíferos- quieren dispersar su semilla lo más ampliamente posible. En el Centro de Cría en Cautividad les dan una segunda opción; se supone que en lanaturaleza logran una tercera, cuarta… Lo más promiscuo que puedan mientras encuentren otra hembra receptiva en esos dos meses -enero y febrero- que tienen el celo durante sólo una semana.Los linces alcanzan la madurez sexual en el caso de las hembras a los tres años, y en el caso de los machos a los cinco años. Si se añade que no hay más que 30 hembras reproductoras entre la población en libertad y que tienen un celo tan corto una vez al año, no debe ser muy extraño que cuando logran el contacto sexual se entreguen a ello con pasión. Los linces cautivos parecen ser los que más tiempo emplean en la tarea reproductora. Hasta dos minutos puede estar el macho penetrando a la hembra, mientras mantiene preso el pellejo de la nuca de su pareja.
La gestación dura unos 63 a 73 días. El lince tiene una camada anualmente, dando a luz de entre tres una a cuatro cachorros, normalmente tres, entre abril y mayo. El parto suele tener lugar en cuevas y troncos huecos, por lo que la conservación de los viejos árboles añosos se ha evidenciado como esencial para la supervivencia de la especie. Al nacer los linces nacen totalmente indefensos sin capacidad auditiva, con los ojos cerrados, por lo que la madre se muestra en éste período muy hostil en su defensa, permaneciendo junto a ellos durante 2 o 3 días, sin salir de la guarida, ni atender sus necesidades de alimentación. En torno a las cuatro semanas de edad de los cachorros la hembra los cambia de cubil y a los dos meses los cachorros ya son capaces de acompañar a la madre. La hembra alcanza la madurez sexual a los tres años. Mientras que los machos la alcanzan a los dos años, aun cuando las muestras espermáticas de mayor calidad se encuentran a partir de los tres años.
Uno de los factores principales que inciden en la mortalidad del lince ibérico es la escasez de alimento, especialmente de conejos, su presa principal. También están contribuyendo al declive de esta especie los atropellos, los métodos no selectivos de erradicación de predadores y una modificación del hábitat a causa de los cambios de uso del territorio.
::REPRODUCCIÓN::
Copulan sólo durante dos meses al año, pero cuando lo hacen, se entregan a ello con frenesí. El programa de Cría en Cautividad del Lince Ibérico, con cerca de cinco años de experiencia, ha permitido descubrir numerosos aspectos biológicos, morfológicos y etológicos de estos emblemáticos felinos en grave peligro de extinción.
Tanto hormona y estrógeno en los linces activa la sexualidad a límites orgiásticos: durante los seis o siete días que entran en celo la hembras, permiten ser montadas por un macho hasta 80 veces en sólo un par de días. La cifra es la más alta del estudio; la media de cópulas es de 28 veces en esas horas. Como la mitad del tiempo están durmiendo, tocan a una cada hora.Tanta actividad deja preñada casi con seguridad a la hembra, según vienen demostrando los análisis de gestación, que se realizan con una técnica más que curiosa.
La gestación dura unos 63 a 73 días. El lince tiene una camada anualmente, dando a luz de entre tres una a cuatro cachorros, normalmente tres, entre abril y mayo. El parto suele tener lugar en cuevas y troncos huecos, por lo que la conservación de los viejos árboles añosos se ha evidenciado como esencial para la supervivencia de la especie. Al nacer los linces nacen totalmente indefensos sin capacidad auditiva, con los ojos cerrados, por lo que la madre se muestra en éste período muy hostil en su defensa, permaneciendo junto a ellos durante 2 o 3 días, sin salir de la guarida, ni atender sus necesidades de alimentación. En torno a las cuatro semanas de edad de los cachorros la hembra los cambia de cubil y a los dos meses los cachorros ya son capaces de acompañar a la madre. La hembra alcanza la madurez sexual a los tres años. Mientras que los machos la alcanzan a los dos años, aun cuando las muestras espermáticas de mayor calidad se encuentran a partir de los tres años.
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